Maternidad temprana en Guatemala

La maternidad temprana es reconocida en el mundo como un factor que afecta el bienestar y la salud reproductiva de las mujeres adolescentes, así como el ritmo y la dirección del desarrollo de un país. En Guatemala, donde los recursos muy limitados moldean las vidas de muchas personas jóvenes o adolescentes (aún sin la carga adicional de la paternidad), es imperativo abordar las consecuencias sociales y en salud de los altos niveles de maternidad adolescente.

La maternidad tiene implicaciones para toda la vida de las adolescentes guatemaltecas, las madres adolescentes han de desempeñar un papel activo en ese desarrollo y han de prepararse adecuadamente para el futuro, necesitan educación y capacitación, necesidades que con frecuencia no son satisfechas si asumen con las responsabilidades de la vida en unión y de la maternidad a una edad temprana.

Dar a luz a una edad temprana puede reducir la autonomía social y económica de una mujer a largo plazo, desviar sus perspectivas educativas y poner en peligro su salud y la de su recién nacido, dar a luz antes de la completa madurez física (es decir, a la edad de 16 años o menos) puede aumentar el riego que su hijo contraiga una enfermedad o muera en la infancia (Guttmacher Institute).

Para contrarrestar esta situación se requiere asegurar la educación formal, incorporar educación sexual en las escuelas, apoyar a las familias y los adolescentes con espacios de diálogo amigables. Además, si se considera que muchos de estos embarazos son resultado de abusos sexuales y violencia, es de vital importancia empoderar a estas niñas y sus familias en el conocimiento de sus derechos, denunciando a los perpetradores y rompiendo el silencio, el cual frecuentemente impide que estas situaciones salgan a luz pública.

Además, se requiere fortalecer el sistema judicial para la investigación de los casos y la aplicación de los castigos establecidos en la ley. La discriminación que sufren las niñas y adolescentes embarazadas en los servicios de salud también requiere un trabajo con los encargados de los centros de salud y hospitales para que puedan ofrecer a ellas, un trato humano y médico diferenciado que tomen en cuenta las características de tales usuarias y de los problemas de salud que podrían enfrentar.

En el Congreso de la República, «durante la celebración del Día Internacional de la Mujer el Observatorio en Salud Reproductiva (OSAR) y la Asociación de Ginecología y Obstetricia de Guatemala con apoyo de UNFPA y OACNUDH presentaron los datos sobre embarazos en niñas y adolescentes de 10 a 19 años, de los cuales destacan que en 2009 hubo 41,529 partos, lo que significa un 20% del total de partos en el país. La cifra registrada en 2010 es de 40,048 partos» (2011, OPS Guatemala).

Estas cifras se vuelven alarmantes al conocer que en el año 2009 hubo 9 partos en niñas de 10 años, 19 en niñas de 11, 68 en niñas de 12, 301 en adolescentes de 13 años y 1,204 en adolescentes de 14 años, en un total de 1,601 partos registrados en niñas de 10 a 14 años. En relación a las mismas edades los datos aumentan en 2010 a 1,627, distribuidos así: 2 partos en niñas de 10, 23 en niñas de 11, 68 en niñas de 12, 262 en adolescentes de 13 y 1,272 en adolescentes de 14 años.

Es muy importante que nosotras como adolescentes tengamos la libertad de buscar, recibir y difundir información sobre educación sexual (Art.13). Es un derecho que exige al adulto proporcionar las informaciones al niño, niña y adolescente tomando en cuenta sus capacidades. No se trata solo de “decir” sino de poner lo que sea necesario para que el niño, niña y adolescente se apropien de la información, la comprenda y la utilice para formarse sus propias opiniones. Debe cuidarse la forma para garantizar la mejor comprensión pero esto no significa un descenso en la calidad de la información ni la distorsión de la misma.

 

Jaqueline Mishell Ortiz Sandoval

CORIA Guatemala

 

Fuentes: