¡Basta ya de violencia sexual hacia la niñez y adolescencia de El Salvador!

En nuestro país, la Ley de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia[1] (LEPINA), en su artículo 3 define como niña o niño a toda persona que tiene hasta doce años, y adolescente a la comprendida entre los doce hasta los dieciocho años.

 

Según estudios[2] encontramos que las niñas y niños experimentan niveles altos de violencia sexual, física y emocional. En la encuesta de violencia contra niños, niñas y adolescentes (2017) que realizó el gobierno, el 14% de niñas y el 3% de niños han sufrido violencia sexual.

 

Hace unos días en El Salvador se conoció públicamente, por diferentes medios de comunicación la presunta vulneración de Derechos Humanos a una niña de 10 años por parte de un magistrado del órgano judicial[3], un acto de violencia sexual, sucedido en el mes de febrero de 2019 en la residencial Altavista del municipio de Tonacatepeque. Según la resolución de la cámara de lo penal que conoció el caso, consideraron que “esa acusación no tiene la gravedad suficiente para considerarla delito”, y que, por lo tanto, se debe considerar únicamente como una falta (que no son castigadas con cárcel); de esta forma optaron por no llevarlo a juicio.

 

Ante esta resolución de la cámara de lo penal, la población del país, instituciones estatales, gubernamentales, no gubernamentales nacionales e internacionales, han repudiado dicho veredicto, e instan a que se haga justicia en este caso. Ya que no se puede considerar como falta, cuando la norma jurídica salvadoreña es clara sobre este tipo de acciones, ya tipificadas en el artículo 165 del código penal[4] como acoso sexual con una sanción de hasta de 8 años de cárcel, y también sancionadas en la LEPINA en el artículo 37 y 55 relativos a su integridad sexual.

 

Dentro de la percepción de la población se percibe impunidad y desigualdad en torno a la aplicación de las leyes, ya que parece que las personas con una posición socioeconómica alta o con influencias y protección de grupos de poder puede cometer delitos sin aplicárseles todo el peso de la ley; mientras que a las personas de posición socioeconómica baja que cometen faltas, reciben sanciones con todo el rigor. De esta forma recordamos a más de 30 años de su asesinato, al Santo Oscar Arnulfo Romero que con gran sabiduría decía que “la justicia es igual a las serpientes. Solo muerde a los que están descalzos”.

 

A partir del caso anterior, podemos analizar que, a nivel de país ser niño es un factor de riesgo, pero ser niña es mucho peor. Muchos casos así suceden a diario en el país y las estadísticas son alarmantes ya que:

  • El 17% de niñas, niños y adolescentes han sufrido alguna forma de violencia sexual.
  • El 11% de niñas, niños y adolescentes han experimentado una relación sexual forzada o coaccionada.
  • El 35% de las niñas y adolescentes mujeres que han sufrido incidentes de relaciones sexuales forzadas, por medio de coacción son menores de 13 años.
  • El 9% de niñas y mujeres de 13 a 24 años que experimentaron una relación sexual forzada, por medio de coacción o facilitadas por el alcohol quedaron embarazadas.
  • Los perpetradores de violencia sexual a menudo son personas conocidas por el niño, la niña o adolescente; en el 19% para mujeres, y el 15% hombres por su pareja intima; en el 24% de mujeres por un familiar.
  • De las víctimas, el 73% de las mujeres y el 51% de hombres lo hablo con alguien; el 16% de mujeres buscó servicios de apoyo y 0% de hombres lo hizo; y, por último, únicamente el 15% de mujeres recibió servicios, 0% para los hombres.
 

Las estadísticas anteriores demuestran que El Salvador debe mejorar su sistema de protección de la niñez y adolescencia; desde el ámbito judicial que sea justo y prevalezcan el interés superior, la pronta respuesta, y la depuración de sus malos elementos.

 

También debe fortalecerse un sistema institucional que garantice la prevención de cualquier tipo de violencia sexual contra la niñez, en especial con las niñas; ya que, es importante recordar que vivimos en sociedades machistas, en donde existe desigualdad entre hombres y mujeres en todo su ciclo evolutivo, y se “cosifica” o trata a las mujeres de todas las edades como un objeto al servicio de la figura masculina.

 

Por lo anterior, instamos a El Salvador a nivel gubernamental, en la generación de más políticas públicas que garanticen una vida digna y libre de todo tipo de violencias para la niñez y adolescencia; y a la promoción de valores y Derechos Humanos en las instituciones encargadas de la educación y su protección.

 

Escrito por: Génesis Servellón y Román Mendoza.

 CORIA El Salvador

 

Fuentes bibliográficas consultadas: