La migración de niñas, niños y adolescentes como consecuencia de la falta de derechos en países de origen

La migración de niñas, niños y adolescentes como consecuencia de la falta de derechos en países de origen

 

“Mil millones de personas en todo el mundo son migrantes, una de cada siete”

UNFPA

 

Sin duda, actualmente hay un gran movimiento migratorio en América. Y tristemente la gente que migra no solo se tiene que enfrentar al miedo y al reto que implica buscar nuevas oportunidades, sino que también a las agresiones y a la discriminación por parte de residentes en países de tránsito y destino.

 

Pero dentro de este grupo vulnerado se encuentra otro en especial, que son los niños, niñas y adolescentes en situación migratoria, ya sea en tránsito junto a una persona adulta o sin compañía. Y es que son más de lo que imaginamos. Tan solo en el 2015, se presentaron 35 mil 704 niños, niñas y adolescentes ante la autoridad migratoria en México de países como: Guatemala, Honduras y El Salvador. De los cuáles el 52.2% no iban acompañados, esto de acuerdo con los datos del Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes  (SIPINNA), y esto sin contar los números que quedan en cifras negras.

 

Entorno al tema de migración existe mucha desinformación y prejuicios, especialmente en las razones que llevan a alguien a dejar su país de origen. No toda la gente que migra es criminal, quiere robar en otros países, matar o violar. Las personas migran por querer mejorar su calidad de vida, en cuestiones económicas y por estar con sus familias que residen en otros países. Pero también por cuestiones de seguridad personal, ya que en sus países puede haber un alto índice de violencia al que no se pueden permitir seguir expuestos. A fin de cuentas, mucho se reduce a la falta de garantías sociales por parte de sus gobiernos.

 

Hay que saber, antes de emitir un juicio sobre quienes migran, que no se encuentran en esta situación de migración porque deseen hacerlo, sino porque en sus países enfrentan marginación, violencia, pobreza o alguna otra situación que merma su calidad de vida.

 

Este contexto siendo niño, niña o adolescente se puede vivir de dos formas: viajar con compañía o viajar solo. Ambas realidades son duras y requieren la atención del Estado de países de origen, tránsito y destino,  esto dado que en su camino se enfrentan a ser víctimas de robos, extorsiones, abuso sexual, secuestros y a más violencia. Especialmente, porque al hacerlo se movilizan sin la documentación legal requerida y las probabilidades de vivir algo así aumentan en viajan solos.

 

Es momento de tomar acciones sociales respecto a estos temas. Como sociedades nos tenemos que guiar hacia un pensamiento más empático entorno a este grupo que vulneramos con nuestra xenofobia.

 

Eso nos falta, empatía. Y en especial, tomar medidas de seguridad para niños, niñas y adolescentes, tanto en sus países de origen como en los de tránsito o destino.Los primeros se tienen que comprometer a garantizar una buena calidad de vida, porque al hacerlo lo que hacen es cumplir con su función de ser garantes de derechos, ya que la calidad de vida se confirma de los derechos humanos que todos y todas tenemos. Y la realidad es que en los países las personas que migran por cuestiones de seguridad social, los Estados no están cumpliendo su función de garantes, les toca hacer su trabajo para asegurar que su gente no huya.

 

Empezando desde una visión personal, te invito a reflexionar sobre estas realidades y a sí vez algún niño, niña o adolescente que migra, le orientes para poder llegar a albergues o centros de apoyo a este grupo en tu ciudad. Esto puede salvarle la vida y hacer su camino un poco más fácil.

 

A su vez, te invito a no promover mensajes de odio hacia este grupo, especialmente el que se da en redes sociales. Tomemos acción para lograr sociedades más incluyentes.

 

Escrito por:  Marisol Rivera.

CORIA México.

 

Fuentes: