Por un Perú sin violencia, una niñez y adolescencia libre del maltrato

Por un Perú sin violencia, una niñez y adolescencia libre del maltrato

 

«No hay causa que merezca más alta prioridad que la protección y el desarrollo del niño, de quien dependen la supervivencia, la estabilidad y el progreso de todas las naciones y, de hecho, de la civilización humana».

(Plan de Acción de la Cumbre Mundial a favor de la Infancia, 30 de septiembre de 1990)

 

Al hablar de niñez y adolescencia, lo primero que viene a nuestras mentes son imágenes de juego, entusiasmo, carisma, diversión y mucha alegría; ya que es la manera en la cual niños, niñas y adolescentes alrededor del mundo debemos vivir. Es la realidad que todos queremos, pero que tristemente no se cumple en todos los casos, es así como en Perú se considera el maltrato infantil y la violencia familiar como una de las mayores problemáticas que afectan a los niños, niñas y adolescentes de nuestro país, siendo una situación que en vez de reducirse va aumentándose progresivamente.

 

Esto se ve reflejado en  las estadística que nos brinda el Programa Nacional Contra la Violencia Familiar y Sexual del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) de Perú, donde se nos señala los más de 40.000 casos de violencia contra niños y adolescentes registrados en nuestro país en el año 2018, y  habiendo ya 11,567 casos  tan solo los primeros 3 meses del año 2019, siendo más del 50% de casos de violencia física y sexual. (ALDEAS INFANTILES SOS PERÚ, 2019)

 

Es también lamentable saber, que según estas estadísticas son los padres y madres quienes infringen mayormente el maltrato, creyendo que están “reprendiendo” o “educando” adecuadamente a sus hijos, estando este tipo de violencia normalizada y generalizada, mientras se están violando totalmente sus derechos fundamentales.

 

Si bien tenemos la existencia la Ley N° 30403, como ley que prohíbe el uso del castigo físico y humillante, esta no puede ser empleada de forma adecuada, ya que de todos los casos de violencia reconocidos solo el 45.8% de niños y niñas y solo el 44.7% de adolescentes de 12 a 17 años, que sufrieron algún tipo violencia en el entorno familiar, pidieron ayuda, según la Encuesta Nacional de Relaciones Familiares (ENARES 2015).  Eso nos lleva a pensar sobre los muchos casos de violencia que pueden existir en todo nuestro país y no llegan a ser atendidos, muchas veces por el miedo que sienten los niños y adolescentes de comunicarse o contar a algún adulto de confianza todo lo que le afecta,  para que este pueda ayudarlo de una u otra forma, viéndose vulnerados fuertemente sus derechos.

 

La violencia existente en la familia puede ser hasta seis veces más grave que la que reciben los niños y adolescentes en sus escuelas, según la ONG World Vision Perú en un estudio realizado en seis regiones del país. Más del 40 % de los participantes de dicho estudio, señaló que la “violencia en la familia” es el principal problema para su desarrollo (LA REPÚBLICA, 2019).

 

Un niño o adolescente violentado puede no llegar a desarrollarse normalmente, y se puede ver frenado u obstaculizado el proyecto de vida que este pueda tener, vulnerando los derechos que se son reconocidos a través de diferentes instrumentos, tal cual lo pueden ser la Convención sobre los Derechos del Niño, la Constitución Política del Perú,  el Código de los niños, niñas y adolescentes, entre otros.

 

No estamos enfrentando a un problema bastante complejo y de gravedad, en tal sentido vemos involucrados diversos  factores que intervienen en el mismo,  ya que en muchos casos los padres o las personas que agreden a un niño, niña o adolescente creen que están haciendo lo correcto y es normal violentar a otra persona, viéndose que existen diferentes formas de maltrato que traspasan lo físico o lo sexual, siendo la violencia psicológica la más frecuente en nuestra sociedad y donde casi todos hemos  sido testigos alguna vez de ello. Al vivir la violencia, un niño, niña y adolescente comienza a ver la vida de forma distinta, su mundo es color gris y duda de la capacidad de otros de poder ayudarlo, pero no debe ser así.

 

Este problema se puede evitar, es necesario fomentar una educación que involucre a los padres y se les enseñe lo que significa disciplinar con amor, del mismo modo empoderar a los niños, niñas y adolescentes, para que defiendan sus derechos y sepan pedir ayuda si algo los perjudica.

 

¡Cortemos este círculo de violencia!

¡Aprendamos a disciplinar con amor!

¡Queremos niños y adolescentes felices, no maltratados!

#CeroViolencia

  Escrito por: Nikole Shantall Meza Torres CORIA-PERÚ   Bibliografía