Compartir la cultura
Cada país comparte un sinfín de tradiciones y costumbres, lo que muchas veces determina la manera en que niñas, niños y adolescentes gozan de sus derechos, al mismo tiempo que los relatos compartidos de generación en generación se vuelven parte de la cultura de una sociedad.
En México, septiembre es llamado El mes patrio, durante estos 30 días conmemoramos festejos que al mismo tiempo de ser solemnes, se utilizan como pretexto para “celebrar” a nombre de los héroes de la nación.
Durante los días 13, 14, 15 y 16 de septiembre, en México se conmemora la Batalla del Castillo de Chapultepec, ocurrida en 1847; el 15 se conmemora el Grito de Independencia, y el 16 la consumación de la Independencia. Pero, la influencia que estas actividades tienen en nuestra formación va más allá de un día al año.
El día 13 de septiembre se realizan ceremonias conmemorativas en las que la epopeya ocurrida en 1847 a cargo de cadetes y tenientes del Heroico Colegio Militar es rememorada y exaltada, aludiendo a las gloriosas acciones que destacaron a 6 niños que se volvieron héroes por su valentía en combate. El 15 día 15 se alude al grito de Independencia que es atribuido a Miguel Hidalgo, quien en 1810 llamó en Dolores Hidalgo, Guanajuato, a levantar las armas del pueblo e independizar el mandato de la entonces Nueva España. Al día siguiente, los mexicanos se reúnen en torno a desfiles que celebran la consumación del proceso de Independencia, logrado en 1821.
Estos datos se comparten durante las clases de historia que los mexicanos recibimos en las aulas, y nos muestran que en momentos de flaqueza han surgido héroes que muestran su valentía dando su vida por lo que hoy es nuestro país. Lo que pocas veces observamos es la trascendencia a la que hoy trasladamos sus actos. La historia muestra a los inmortalizados héroes, nosotros convertimos sus acciones en amor y servicio a la patria y la humanidad.
El servicio y amor a nuestro país y planeta ya no es entregar la vida y sangre, es volcar nuestros ideales en ayuda social que beneficie a la comunidad más cercana en la que vivimos. El 16 de septiembre podemos ver calles llenas de restos de pirotecnia, por montones, y pocas veces observamos a familias que salen a limpiar los restos de una noche llena de fiesta que dejó pólvora y papeles en toda la calle. Sabemos que no cambiaremos al mundo, y es más cómodo esperar que otro lo haga, sin embargo es más satisfactorio comenzar el proceso y mostrar a las nuevas generaciones que amar a un país no es festejar todo un mes sin control, para luego olvidarte que existen símbolos patrios, sino enseñar que puedes vivir tus derechos cumpliendo los compromisos que adquieres al hacerlos valer.
La arborada de la vida está plagada de vicios que pueden desviarnos de un camino por la senda de la moral y la virtud, pero depende de nuestra voluntad de decisión el continuar un camino digno de compartir o una fuerte y amarga lección de vida. Así, generación tras generación, se marca significativamente la manera de vida de una niña o un niño, que pasa a la adolescencia despreocupado del futuro que afrontará porque sus garantías individuales se vieron cuarteadas.
En cada padre, madre, abuela, abuelo, tía, tío, tutor, maestro, ciudadano, se encuentra la responsabilidad de guiar nuestro camino y acciones que terminarán convirtiéndose en piedra angular para la formación y continuidad de sociedades. En ustedes se encuentra el presente y el futuro.
Escrito por: Carlos de Jesús Hernández Quijano.
CORIA México.