Chispas de la vida

Chispas de la vida

 

Las niñas, niños y adolescentes somos una parte muy importante de México, viven 40 millones, quienes representan más del 35% de la población nacional, de acuerdo con cifras de la Agenda de la infancia y adolescencia 2019-2024, UNICEF; al mismo tiempo somos una fuente activa de ideas, aunado que seremos quienes tomaremos de manera completa las riendas en un futuro cercano. Sabemos pues que esta porción de población, es imprescindible no solo como etapa de desarrollo físico, mental, intelectual, emocional, etc., es la edad en que se empoderan y toman los valores, sino que es esencial en la creación de proyectos de su vida futura.

 

A lo largo de mi vida he tenido la oportunidad de conocer diferentes realidades de niñas, niños y adolescentes, y en los últimos 6 años he podido compartir mi experiencia en Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes con miles de estudiantes mexicanos de educación básica y media superior, quienes van de los 4 a los 17 años, a quienes busco impulsar para que comiencen el camino que desean empezar y luego lograr sus anhelos; en este texto les compartiré algunas experiencias que he tenido el gusto de vivir durante este recorrido, siendo la primera el gran ánimo que irradian y comparten durante los procesos formativos.

 

Las primeras veces que tuve la ocasión de platicar con estudiantes de primaria y secundaria para contarles lo maravilloso que es el mundo del emprendimiento social, el cual promueve la solución a problemas de tu entorno sin fines de lucro, sentí un temor que poco a poco se fue dispersando a medida que el tiempo y las palabras fluían, entonces comprendí que, así como en la vida, estudio o trabajo, es necesario sentir ese nerviosismo al no saber lo que pueda depararte ese rumbo.

 

El siguiente reto que hasta la fecha afronto es sobre el mensaje dirigido a cada niña, niño y adolescente, si bien las palabras pueden ser abiertas, no todo se captan por igual; así que para cada oportunidad deben presentarse ideas claras que vayan de acuerdo con la vida de las niñas, niños y adolescentes.

 

Otra oportunidad muy grande, de la cual todo conferenciante debe estar orgulloso, es la interacción con el auditorio. Siempre, en todo momento y a cualquier hora puede surgir un comentario que nos llene el alma, y recuerdo con claridad cuando un estudiante de primaria me preguntó: si mi edad me impulsaba o me limitaba, a lo que respondí que se deben ver los retos como enormes razones para afrontarse a uno mismo; y aunque aún sigo reflexionando esa pregunta,  estoy seguro que la respuesta no es una concreta, por el contrario, cada niño, niña y adolescente es quien la adaptará a su entorno.

 

Durante estos recorridos, donde he conocido los diferentes lugares, su belleza natural, además de la energía que niñas, niños y adolescentes utilizan para acudir a la escuela, acompañándolos en algunas ocasiones durante sus recorridos, donde tienen que atravesar laderas, puentes, zonas áridas, despobladas, neblinas, lluvias para llegar al centro educativo; experiencias que sin duda han sido gratificantes.

 

He aprendido también grandes lecciones que dejan huella, siendo útiles para toda ocasión, tal es el caso de la importancia de saber escuchar, de pensar con detenimiento las cosas, meditar toda acción, prepararse todo el tiempo, saber arreglar problemas con lo que tengamos a la mano, adaptarse al entorno; sé que todos los niños, niñas y adolescentes tenemos los mismos derechos, pero no en todos se puede vivir de la misma manera. Es ahí donde nacen las necesidades de dar a conocer a más alumnos de educación básica (4 a los 17 años) la importancia de conocer y gozar sus derechos de manera plena, armónica e integral, pero aún más importante: siendo felices.

 

Aún siento esas cosquillas que invaden mi cuerpo, sobre todo cuando una persona tan importante como tú, querido lector o lectora, analiza con detenimiento mis palabras. Aún siento esos nervios que me recorren al posarme frente a un grupo de niños, niñas y adolescentes dispuestos a escuchar. Porque el día que dejes de sentir esa pasión por lo que haces, debes reencontrarte.

 

Escrito por: Carlos de Jesús Hernández Quijano

CORIA México.

 

Referencias: